viernes, 8 de febrero de 2008

pOdRiA sEr peOr


No quiero la Telebasura es un término coloquial que suele utilizarse para referirse a los programas o a la programación televisiva que incumple los códigos éticos del periodismo y difunde o fomenta valores considerados moralmente negativos (sobre todo en la medida que podría influir en la infancia). Suele calificarse de telebasura a programas de debate en los que el moderador no es objetivo o no existe, los partidarios de una tendencia son mayoría o, más habitualmente, la discusión se reduce a un griterío ensordecedor en el que predomina el insulto y el argumento «ad hominem». Son frecuentes estos aspectos en programas del corazón.
La telebasura suele equipararse con la prensa sensacionalista. Algunos de los argumentos que se suelen utilizar para denunciar un programa como telebasura son la existencia en ellos de:
Manipulación informativa, o confusión de información y opinión.
Nulo respeto al derecho de intimidad y al honor.
Conversión del dolor y la miseria humanas en espectáculo.
Atracción por el sexo, el escándalo y la violencia.
Utilización del cuerpo humano desnudo, en especial el femenino.
Trivialización de la prostitución y el consumo de drogas.
La aberración como modelo a imitar.
Desprecio de cualquier figura de autoridad.
Apuesta por la pelea en vez del diálogo.
Lenguaje soez y ofensivo.
Difusión de ciertas subculturas.
Uso excesivo de la prensa rosa y criticar, a veces casi sin motivos a los protagonistas de esas historias.
La máxima de la telebasura es obtener el máximo beneficio con el mínimo gasto a toda costa. Para ello se recurre a diferentes tácticas.
Crear grandes programas contenedores donde se incluyen muchos temas o subprogramas. Con esto consiguen que el espectador no sepa cuando va empezar lo que le interesa y acabe viendo gran parte del programa aunque no le interese su contenido.
Despedir el programa justo después de un pausa publicitaria. Así consiguen que se vean los anuncios y no cambien de canal. En estos casos lo que se hace tras la pausa es tan solo despedir el programa y nada más. Si el espectador supiese esto, muy probablemente habría cambiado de cadena.
Interrumpir las historias en una parte interesante y continuar con otra, para después retomarla. Así consiguen que el espectador se quede aunque no le interesen las demás historias.
También se puede hacer lo mismo interrupiendo, esta vez, con publicidad. Muchas veces insinúan que deben hacer la pausa en ese preciso momento por obligación, como si la tuviesen contratada en ese mismo minuto. Sin embargo, tienen previsto cortar no a una hora exacta sino en un momento interesante.
Anunciar un acontecimiento repetidamente (cebos), utilizado en programas contenedores. Se anuncia un acontecimiento y se intenta retrasar el acontecimiento lo más posible llegando incluso a veces a no ser emitido como ha ocurrido varias veces en Aquí hay tomate.No es raro que estén más tiempo anunciando que emitiendo el hecho anunciado, en ocasiones con gran insistencia, aunque el hecho no sea remarcable
Plagar de publicidad el plató del programa, conocido como publicidad indirecta.
Hacer reportajes que en realidad son publirreportajes, sin declararlo. Este hecho ocurre incluso en los telediarios.
Alargar programas para poder ampliar la oferta publicitaria. Por ejemplo, un capítulo de una serie que se podría contar en 30 minutos acaba durando una hora o más.